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jueves, 26 de mayo de 2011

TWEETY o,¿El Ratoncito Pérez?

El ratoncito Tweety y su familia vivían tras las paredes de una quesería. Allí no les faltaba de nada, pero había un problema, solo podían salir de noche para alimentarse.
Por el día no lo hacían porque la tienda siempre estaba llena de clientes, era una tienda bastante concurrida. El ratoncito era el más pequeño de su familia, el más travieso y también muy bonachon. Él sí que salía, lo recorría todo en busca de algún trocito de queso que pudiera haber caído al cortar un pedazo para vender.
Se paseaba estirado y presumido, orgulloso de si mismo de saber que el encontraba la mayor cantidad de comida.
Los padres de Jorge eran los dueños, hacia bastante tiempo que se dedicaban a la fabricación y venta de quesos.
Jorge era su único hijo, tenía 6 años y cuando venía del colegio iba a la quesería a estar con ellos.
- Mami, dijo Jorge, ¿Sabes qué se me está moviendo un diente?
El niño empezó a encontrarse mal de repente, no entendía porque aquel diente que había estado con él toda su vida, ahora sin motivo alguno se movia tanto.
-¿Si?. No te preocupes - contesto su madre. Son los dientes de leche y poco a poco te irán cayendo todos. Pasa a todos los niños, luego te saldrán unos nuevos, estos si caen ya no vuelven a nacer. Así que ya sabes, hay que cuidarlos y mantenerlos siempre limpios.
- Si mami, simpre me dices lo mismo - contesto algo agobiado de oír tantas veces la charla sobre la limpieza dental.
Mientras tanto nuestro ratón recorría la tienda esquivando los pies de las clientas procurando no ser aplastado por uno de ellos.
¿Sabéis lo que buscaba? ¡Lo que más les gusta a los ratones!, ¡un suculento pedazo de queso!


Jorge no paraba de tocarse su diente con gran preocupación; una de las clientas se acerco y le dijo:
- Esta noche si ya te ha caído el diente, tienes que dejarlo bajo de tu almohada.
- ¿Para qué?, preguntó el niño. Le parecio tan extraño.
- ¿No conoces al ratoncito Pérez? Pregunto la Sra. El Ratoncito Pérez recoge los dientes que les caen a los niños.
Jorge no entendía nada. ¿Para qué querría un ratón los dientes de todos los niños? ¿Qué haría con ellos? Él pensaba que solo buscaban queso.
Esa noche, como todas, la familia de Tweety, la mama, el papa ratón y la abuelita, ah! Y ¡Cómo no! nuestro ratoncito salieron de su agujero para cenar.

Aquel día el padre de Jorge estuvo haciendo queso con nueces, Tweety se puso las botas, se acordó de alguien a quien quería mucho, su abuelita y le guardo una de las nuesces.
- Mirad hoy, lo que tenemos de postre, ¡Nueces!. Exclamo. Son nueces que he encontrado. Abuelita las he cogido para ti, seguro te gustarán.
La abuela que adoraba al ratoncito no sabía cómo explicarle que ella no se las podía comer.
- ¿Qué te pasa abuelita? ¿Es qué no te gustan?
- Claro que sí. Pero ya soy mayor, y con el paso de los años he ido perdiendo mi dentadura y solo puedo comer cosas blanditas. Explicó la abuela.
Tweety las había cogido con tanta ilusión. Tenía que pensar en solucionar este problema. ¿Cómo iba a dejar que su abuelita no probara aquel suculento manjar, como eran las nueces?
A la mañana siguiente Jorge entró corriendo a la tienda con lágrimas en los ojos, estaba alborotado. ¡No podía ser verdad la explicación que le dio su madre acerca de los dientes!

¿QUÉ TENIA EN SUS MANOS?
- Mirad, mirad, papi, mami; me ha caído un diente, lloraba desconsolado.
- Tranquilo, calmó su madre al niño; pronto te nacerá uno nuevo.
Jorge estuvo todo el día con su diente, aún no se lo podía creer. Llegó la noche y se acordó de aquella clienta que parecía conocer bastante bien al ratoncito Pérez. Tenía curiosidad por si era cierto y le dijo a su madre:
- ¿Sabes qué? Pondré mi diente bajo mi almohada, me haré el dormido esperando a que llegue el Ratoncito Pérez y cuando vaya a coger mi diente le preguntaré para qué quiere el los dientes de los niños.
Tweety lo estuvo oyendo todo y esa era la solución a sus problemas. Compraría el diente de Jorge para su abuela.
Ya era hora de acostarse,Jorge escondió el diente bajo su almohada, esperaría a ese ratón haciéndose el dormido y así lo pillaría con las manos en la masa. Sólo quería saber para qué quería los dientes. Pasaban las horas y allí no venía nadie, el sueño cada vez era más pesado, sus ojos se cerraban en contra de su voluntad y finalmente cayó rendido de sueño.
Nuestro ratoncito casi estaba también dormido, pero él se resistía con todas sus fuerzas; era una oportunidad única la que había encontrado para ayudar a su abuelita a que pudiera comer todo lo que quisiera. Tweety tenía una moneda, que encontró un día en la tienda y la guardaba como un tesoro, pero el fin de sus propositos era más importante que todas las monedas del mundo.
Se acercó a la cama de Jorge con mucho cuidado de no tropezar y hacer ruido, se subió por una de las patas de la cama y muy despacito cogió el diente que cambió por la moneda. Ahora ya tenía lo que deseaba.
HABIA COMPRADO UN DIENTE PARA SU ABUELITA.
¡Ahora ya podrás comer nueces, turrones y chocolate! Pensó.
Al día siguente, solo Jorge se despertó lo primero que hizo fue levantar la almohada, y ¿cuál fue su sorpresa? ¡No estaba el diente!¡Había una moneda!
A todos sus amigos del barrio les fue a contar su aventura de aquella noche.
- Sabéis hay un ratón que se llama Pérez y esta noche ha venido a mi habitación a recoger mi diente, ¡lo he visto!, gritaba. Me ha dejado una moneda bajo mi almohada.
Jorge sabía que no lo había visto, pero los demás no. Siempre le quedó la duda de porque un ratón quería los dientes de los niños, pero él siguió dejándolos con la esperanza de un día poder preguntárselo.


FIN

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